Cuba desarrolla fármacos contra el COVID-19.

Han pasado casi seis meses desde que la aparición del coronavirus que causa el COVID-19 nos ha alarmado en todo el mundo con una terrible pandemia. Países como España, Italia y Estados Unidos han sido epicentros de la mayoría de los casos de contagios y víctimas fatales. Mientras los científicos suman esfuerzos para conseguir un fármaco eficaz para detener ésta terrible enfermedad, las cifras siguen elevándose día tras día sin tener una esperanza alentadora hasta el momento.

Desde hace muchos años, se sabe que Cuba ha sido uno de los países que ha tenido un gran patrocinio en los avances de la medicina. Desde la aparición de la pandemia, el gobierno cubano ha implementado algunas estrategias para contener la propagación del virus y desarrollar distintos fármacos con el fin de neutralizar ésta terrible situación. Sin embargo, para nadie es un secreto el impedimento de uno por parte de uno de los países más desarrollados del mundo: Estados Unidos.

Es un hecho que la isla ya ha elaborado fármacos que han sido eficaces para combatir el coronavirus en China y otros países, pero hay una importante diferencia entre el modelo de biotecnología de EE.UU y Cuba. Por una parte, las biotech estadounidenses garantizan el acceso a los nuevos fármacos sólamente a las personas que tengan el poder adquisitivo para comprarlo, mientras que más de 30 millones de norteamericanos carecen del seguro médico. En el caso de Cuba, la biotecnología pertenece al estado y su sistema absorbe a toda la población y el sistema público universal.
El ejemplo de la compañía estadounidense Gilead Sciences –patrocinada por los fondos de inversión Blackrock y Vanguard- la cual fue presidida entre 1997 y 2001 por Donald Rumsfeld, -el secretario de defensa durante la invasión a Irak- fabrica un antiviral llamado remdesivir, que ha provocado subas explosivas en la bolsa de Nueva York en las últimas semanas por su supuesto éxito en el tratamiento del virus. El detalle está en que éste negocio por parte de Gilead sería muy limitado, pues en 2014 la misma empresa había comercializado un fármaco para tratar la hepatitis C el cual rondeaba el precio de 1000 dólares por pastilla.
Por su parte, el sistema cubano es totalmente distinto, al garantizar la salud pública gratuita en el que todos sus habitantes tienen acceso a las drogas elaboradas por el polo científico, por lo tanto hay un interés nacional.
Cuba ya ha desarrollado decenas de fármacos que podrían ser efectivos para combatir ésta pandemia, entre los que destaca el Interferón Alfa 2B que ya había sido creado hace unas décadas para combatir el dengue. Ahora la isla une sus esfuerzos junto a China para aportar una mejoría en la eficacia contra el COVID-19. Hasta el momento los resultados han sido positivos, pues Cuba ha registrado una tasa de mortalidad de 4,2% frente al 6% en EE.UU., y el 12% en España, según las estadísticas.
Ante éstos grandes avances por parte de la medicina Cubana, es inevitable el atraso y poco alcance gracias al gobierno de Estados Unidos, quien complica la comercialización de los fármacos, ya que los institutos dependen del intercambio internacional de ideas. “Necesitan crear volumen fuera de Cuba; puedes tener un buen producto pero si la gente no sabe no lo compra”, dijo a La Vanguardia Ricard Torres, del Instituto de Economía en La Habana. Actualmente el Interferón está siendo utilizado bajo investigación en 9 países, pero EE.UU no es uno de ellos y ésto limita el alcance que éste pueda tener.